miércoles, 10 de agosto de 2011

Concienciar en vez de limpiar.

Las entidades que ofertan plazas de actividades sociales para los conductores condenados aseguran que son más eficaces las clases que "ponerles a barrer calles".
"Yo no soy un delincuente". Esta es la frase que más escuchan quienes imparten cursos de reeducación vial a los conductores que eluden el ingreso en prisión con penas a trabajos en beneficio de la comunidad. La mayoría de los condenados que asisten a estas clases organizadas por asociaciones como Stop Accidentes aseguran que estas clases les han valido para concienciarse de que al volante también se puede delinquir.
Los cursos organizados por Stop Accidentes a través de un convenio con la Secretaría de Instituciones Penitenciarias duran cuatro días y se distribuyen en veinte horas de talleres presenciales y otras veinte de trabajos como investigaciones o encuestas que realizan los conductores penados en sus casas.
Ángela Jiménez, una de las responsables de los cursos desarrollados por Stop Accidentes en A Coruña, sitúa los delitos por conducir bajo los efectos del alcohol como el principal motivo por el que asisten a las clases de reeducación vial los conductores penados. "Muchos tienen un verdadero problema con el alcohol; están enfermos" asegura Jiménez. Otras de las infracciones penales habituales son circular a velocidades inadecuadas o ponerse al volante sin haber pisado nunca una autoescuela o con el permiso de conducir retirado.
"Muchos de los asistentes a estos cursos todavía se están sacando el carné y fueron multados en los polígonos industriales por hacer prácticas" (por su cuenta)", explica la coordinadora del proyecto de Stop Accidentes.
Para la presidenta de Stop Accidentes en Galicia, Jeanne Picard, estos cursos son más beneficiosos que las condenas a trabajos comunitarios limpiando cunetas o podando jardines: "Nos parece una tontería ponerlos a barrer calles porque no se dan cuenta del verdadero problema de seguridad vial".
El verdadero problema es, según apunta Ángela Jiménez, que "falta responsabilidad ciudadana. "Lo que suelen hacer es echarle la culpa a los demás y ellos mismos no se consideran asesinos", se queja la integrante del colectivo de víctimas de tráfico. Una de las frases que más se repite en las aulas es la de "a mí me quitan los puntos, no los pierdo". Por eso, en los cursos trabajan valores de responsabilidad y sensibilización, tratando la problemática del tráfico, el alcohol y las drogas a la espera de un cambio en la actitud de los condenados.
"El valor de estas clases es que nosotros intentamos contarles las cosas desde el punto de vista de la víctima, ya que todos perdimos a un hermano, a un hijo… en la carretera", explican desde Stop Accidentes. "Le puede pasar a cualquiera y lo peor de todo —añaden— es que lo podemos evitar".
En cuanto a la actitud de los condenados, la responsable de las clases organizadas por la Asociación Stop Accidentes asegura que al principio es negativa pero que a medida que avanza "notas un cambio". "Vienen rebotados pero como eres la primera persona que los escucha se van relajando e implicando cada vez más", comenta Jiménez, al tiempo que asegura que tienen tres casos concretos de trabajadores en furgonetas de reparto que "conducen más de dos horas seguidas sin hacer ningún descanso y sobrepasan los límites de velocidad para llegar a tiempo con la mercancía". Ellos alegan que no lo pueden hacer por menos ya que "tienen que comer".

Antonio, de 54 años, perdió el permiso por conducir a 150 kilómetros por hora y bajo los efectos del alcohol. En vez de pagar la sanción económica decidió hacer el curso y asegura que "sí que vale para aprender y sensibilizarte".
Marta es una pediatra de 38 años a la cual le retiraron el carné de conducir siete meses tras dar positivo al salir de una cena. Tuvo que pagar una sanción de 1.800 euros y además realizó trabajos en beneficio de la comunidad limpiando jardines en su ciudad. Ella es la única de la clase que en estos momentos imparte Stop Accidentes en A Coruña que realiza el curso de forma voluntaria y asegura que sí que sirve para darse cuenta de la problemática en referencia a la seguridad vial. "Si de cincuenta y dos que somos, diez salen concienciados ya es un mérito", declara.
A Rubén, de 27 años, le retiraron el permiso de conducir por circular a más velocidad de la permitida. En cinco ocasiones iba "a más de 220 km/h por la autopista". Ahora dice que está "más concienciado" y es "más prudente" al volante.
Información publicada en el periódico www.laopinioncoruña.es ,el lunes 08-08-2011 por LAURA PAZO

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