jueves, 14 de julio de 2011

Respuesta de la Presidenta de STOP ACCIDENTES al Artículo de Rosa Regás del diario El Mundo

 A/A.- Rosa Regás

He tenido ocasión de leer su artículo del pasado día 11 de Julio titulado “Los límites que nos cercan”.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/ellas/2011/07/11/los-limites-que-nos-cercan.html

Debo de reconocer que me sorprendió, no por el hecho de que una mujer de 77 años condujera a una velocidad de 250 km/h por una carretera de la provincia de Tarragona, sino por el trato y el halago que usted hacía de esa osadía.
Empieza diciendo que la noticia de la detención de esta mujer, “no tenía la mayor importancia”, continúa manifestando el “entusiasmo de su amiga ante ese hecho, por haberse atrevido a hacerlo, incluso sin tener carné de conducir”, y así hasta un sinfín de despropósitos venerando el hecho acaecido.
Permítame decirle, que lo que esta mujer septuagenaria ha hecho ha sito una absoluta temeridad, no por su edad (que también influye puesto que nuestros reflejos no son los mismos), si no por el hecho de la excesiva velocidad que llevaba, y el no tener carné de conducir.
Bien es cierto que nunca hasta ese momento se la había detenido por ninguna causa, pero lo que no se puede hacer es alabar y ensalzar de esa manera una conducta tan peligrosa y que puede acarrear no solo la muerte del que conduce, sino de otras personas que no tienen ninguna culpa de ello.
Si todos hiciéramos lo que nos diese la gana, no se podría vivir, y si esto lo trasladamos al tráfico, ni qué decir tiene que todos los días habrían un gran número de muertos y lesionados graves y leves en nuestras carreteras y ciudades; esto no es la ley de la selva, existe un Código de Circulación, el cual TODOS debemos de respetar, para poder preservar nuestra integridad y la de las demás personas dentro del tráfico.
Para terminar quiero decirle que desde luego lo que esta mujer ha hecho es un atrevimiento, una osadía, pero para nada ha tenido un ápice de coraje.
No debe de dar ánimos a que se actúe de esta forma, las mujeres debemos de ser atrevidas, osadas y tener coraje, pero en otros aspectos de la vida, no precisamente en uno que nos puede llevar a la tumba, o lo que es peor, podemos matar a alguien inocente.
 Lo único que ha conseguido con este artículo ha sido el alentar a otras personas a que hagan lo mismo, y desde luego, como mujer atrevida, osada y con coraje que me considero, no puedo manifestar otra cosa que mi más completa repulsa a ese artículo. Podía haberse fijado en todas las mujeres que estamos en Stop Accidentes, que somos madres (la mayoría de nosotras), a las que nos han matado a un hijo/a en un siniestro de tráfico, y hemos tenido (y tenemos), el valor, atrevimiento y osadía de luchar, luchar por ayudar a las víctimas y luchar contra las Administraciones para que tal y como está ocurriendo, vayan disminuyendo el número de víctimas, y a ser posible podamos decir que en nuestro país no ocurren siniestros de tráfico por culpa de la negligencia de las personas, simplemente ocurren accidentes, que como su palabra indica es algo casual y fortuito.
Ana Novella Reig.
Presidente Asociación Stop Accidentes.-12/07/2011



Noticia publicada en http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/ellas/2011/07/11/los-limites-que-nos-cercan.html

Los límites que nos cercan

11 JUL 2011 09:07
Venía en un periódico local del día 10 de julio que una mujer fue detenida en una carretera de la provincia de Tarragona por conducir a 250 Km/hora. La noticia no tendría mayor importancia si no fuera porque la mujer rebasaba los 77 años.
Yo no encontré la noticia ni cuando entré en internet porque habían pasado ya dos días de su publicación. De hecho me la comunicó una amiga entusiasmada porque, según decía, es muy esperanzador que una mujer de 77 años conduzca a 250 Km/hora, no solo porque sepa hacerlo sino porque se atreva, sobre todo si, como en este caso, la mujer no tenía carnet de conducir. Hay que tener mucha experiencia para alcanzar esta velocidad sin causar ningún accidente, lo que significa que la mujer muy probablemente llevaba toda la vida conduciendo sin carnet, yendo y viniendo, viajando y trabajando, desplazándose tranquilamente, y en ese largo tiempo solo la han atrapado cuando en un arranque de enardecimiento ha pisado el acelerador y ha puesto el coche a una velocidad extraordinaria. Tal vez llevaba años pensando que un día u otro se dejaría vencer por la tentación que la rondaba a todas horas, tal vez creyó que ya había llegado el momento de hacer lo que le daba la gana, o quizá se hartó de tanta prohibición, no solo en carretera, sino en el comportamiento que sin darnos cuenta vamos exigiendo a las personas que tienen una edad determinada. Porque del mismo modo que les decimos a los niños cuando comienzan a crecer, “ya no tienes edad para hacer esto y lo otro”, igualmente les decimos a los ancianos, “tu ya no te puedes permitir hacer esto o lo otro”.
Mi amiga me decía: “Yo quiero conocer a esa mujer de 77 años, yo quiero ser amiga de una mujer para la que los años que lleva encima no son ni mucho menos un freno sino simplemente un acicate para hacer lo que más te puede gustar”.
Estamos tan acostumbrados a que a esa edad no se conceda a la mujer ni una pizca de vitalidad que ver como la experiencia desmiente las creencias más extendidas, nos llena de alegría y nos da confianza en que algún día seremos reconocidas como lo que verdaderamente somos: seres llenos de capacidades, de promesas, de agujeros negros estáticos dispuestos a estallar en mil mundos de locura y fantasía en cualquier momento, a cualquier edad. Lo único que necesitamos es romper esas cadenas invisibles, tan invisibles que todavía hay cientos de mujeres que no reconocen su existencia, las cadenas de lo que se espera de nosotras, del buen hacer, y del papel que desempañamos en la sociedad. Porque aunque presumamos de que hemos roto las cadenas, ¿quién puede creer que viviendo en un mundo donde ocupamos el segundo puesto, seamos capaces de prescindir de lo que nos han inculcado y acabemos sabiendo exactamente lo que queremos?
Bienvenidas las que se atreven, bienvenidas las osadas, las que utilizan el coraje, las que han desvelado cual es su voluntad y a qué precio están dispuestas a llevarla a cabo. No las que imitan a los hombres, sino las que, como la desconocida de la carretera de Tarragona, han traspasado los límites, aunque solo sean los humildes límites de una prohibición de velocidad. Mi homenaje y mi sincera admiración.

No hay comentarios: